YOGA MILAREPA MALAGA

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Yoga y Budismo.


YOGA y BUDISMO

“Aquél que no es arrastrado por los deseos, ese Buddha de dominio infinito, que no sigue ninguna vía, ¿en qué vía le colocáis?
Dhammapada.
 
“La religión de Buddha es un sendero hacia la beatitud nirvánica. Es un medio y no un credo. Es un esquema de desarrollo espiritual, y no una serie de doctrinas”.
Sri Swami Sivananda. 

  
Como es bien sabido, Buddha, antes de su Iluminación, tuvo varios maestros en diversas escuelas de filosofía hindú (“una pandilla de ingenuos teístas”, en expresión de Chögyam Trungpa Rimpoché). El primero de ellos fue el santo asceta hindú Bhrigu, con el que el príncipe Siddhartha, futuro Buddha, conoce las más rigurosas austeridades, de las que se convierte en maestro insuperable, y que le llevan al borde de la muerte. Posteriormente, fue el maestro de meditación Arada Kalam con quien, mediante la concentración de la mente gracias a diversos ejercicios de pranayama (control del aliento) alcanza el “Reino donde Nada Existe”,  según afirman los textos. Por último, Uddara Ramaputta, un yogui, le enseña el más alto samadhi, conseguido mediante el paro de la respiración. En la  ermita de Nigari, en Uruvela, alcanza el  “Lugar donde No Existe el Pensamiento  ni el No-Pensamiento”. Se dice que, posteriormente, al abandonar tales prácticas y alcanzar la Plena Iluminación, su primer pensamiento se dirige hacia este último maestro para hacerle partícipe de su logro, descubriendo, gracias a sus poderes psíquicos, que ha fallecido.

Por aquel entonces, India era un hervidero de cerebros privilegiados y sistemas de pensamiento en pugna por explicar la realidad, existiendo, en sus formas más depuradas, las diversas corrientes de pensamiento que actualmente conocemos. Diferentes “ismos”, hoy sobradamente conocidos, como materialismo, idealismo, realismo, existencialismo, transcendentalismo, etc, ya habían alcanzado su apogeo, exigiendo la honestidad intelectual y espiritual de aquel entonces que todo el que perdiera, en los muy frecuentes debates filosóficos que públicamente se celebraban, se convirtiera, automáticamente junto a sus discípulos, en estudiantes del ganador. En expresión del lama Ole Nydhal sobre la actividad desarrollada por el Buddha “en lo que se refiere a la claridad de sus mentes, enseñarles a muchos de sus estudiantes debió haber sido un gran placer”.

Hoy en día, continúan los debates y enfrentamientos filosóficos entre el budismo y las distintas tradiciones espirituales en India.

No sería demasiado exagerado afirmar que los orígenes del Yoga son tan antiguos como la propia civilización humana. Podríamos encontrar antiguas técnicas yóguicas indiferenciadas junto a la existencia de técnicas chamánicas de trance o éxtasis, cuando probablemente aun vivíamos en cavernas. Gautama Buddha hace alusión a otros cuatro Buddhas precedentes, el primero de los cuales proto-Buddhas se remonta a tal época.

Básicamente, el pensamiento filosófico y metafísico de India se agrupa en seis escuelas o “dharsanas”, palabra que podríamos traducir como “espejos”. Se consideran ortodoxas del hinduismo al aceptar la autoridad de sus escrituras tradicionales, los Vedas y Upanishads, como fuente de su inspiración mientras que el Budismo, al igual que el Jainismo, fundado por Mahavira al tiempo que Buddha desarrollla su práctica, heterodoxas al no aceptar dicha autoridad. Estos seis dharsanas son: Nyasa, Vaiseka, Samkhya, Yoga, Mimansa y Vedanta. 

El poder que la casta sacerdotal, los brahmanes, ejercía sobre toda la vida cotidiana de su tiempo, y en especial sobre la espiritualidad, de la que se consideraba única vía de acceso y custodia a la vez que conocedora de sus ritos secretos, tiene su primera contestación en los ascetas independientes e itinerantes que no aceptan tales premisas sociales y mantienen una sana rebeldía frente a la rigidez e inmovilidad del sistema de castas.  Proponen una auténtica vía de libertad, basada en el esfuerzo personal y la búsqueda individual. En China, posteriormente el Budismo será considerado como una Vía o Tao: camino de liberación. Dicha liberación implica, entre otras, la liberación de la convención social. 

El Yoga, en sí mismo, no es una religión sino, al igual que el Budismo con el que guarda elementos comunes, una práctica. A Patañjali, el noble sabio que codifica y sistematiza por primera vez y por escrito el saber yóguico en sus “Yoga Sutras”, se le atribuye, aunque no exista total certeza, contemporaneidad con el Buddha, quien es unánimemente considerado en Oriente como el yogui perfecto. Su descubrimiento fue absoluto y totalmente revolucionario, aún hoy en día,  y su vida un claro ejemplo: proclamó el fin del sufrimiento y dio los métodos adecuados para ello. Los primeros grandes maestros budistas, “mahasidhas”, eran también grandes yoguis/yoguinis.

Para el Yoga, coincidiendo con el Vedanta y las demás dharsanas, la verdad última posee tres atributos: Ser (Sat), Conciencia (Chit) y Bienaventuranza (Ananda). Para el Budismo, según su tradición tibetana, estos tres aspectos se convierten en Vacuidad, Clara Luz y Gozo. Podemos observar total identidad entre ambas visiones aunque usen términos distintos.

Sin embargo, aunque el Budismo nazca dentro de la tradición hinduista, también posee marcadas diferencias que revolucionan ciertos aspectos de la misma, como las referidas al sacrificio de animales, el sistema social de castas y otras. Así, mientras el Yoga menciona siete “chakras” (ruedas de energía) principales que se distribuyen a lo largo de la parte posterior de la columna vertebral, el Budismo cita cinco que se encuentran en el canal central y no en la espalda. Tanto para uno como para otro, el “chakra” más importante se encuentra situado en el corazón. Para ambos, el principal obstáculo a superar es el ego, siendo diferentes formas prácticas de mortificarlo. Mientras el Yoga hace hincapié en la fuerza o “shakti” (Hatha Yoga se traduce, a veces, como “Yoga del esfuerzo físico”), el Budismo insiste más en la sabiduría o “prajná”.

Para el Yoga, de acuerdo también con la mayoría de las otras escuelas hinduistas, existe un Yo o Atman, idéntico siempre a Sí-Mismo, que permanece inmutable a través de la Rueda de Reencarnaciones, como el mismo hilo que uniera las distintas cuentas de un rosario,  mientras que el Budismo niega la existencia de dicha entidad. En realidad, desde un punto de vista último o absoluto, según el Budismo, no existimos, no poseemos “noúmeno” y la Rueda de Reencarnaciones sería entonces comparable a mantener en la mano una pila de monedas: no hay nada común que las una, sino una relación de soporte, causa y efecto, entre unas monedas y las inmediatas superiores, según el gráfico ejemplo de Sogyal Rimpoché. 

Igualmente, al emplear el vocablo Tantra, hay que diferenciar el Tantra Hinduista del Tantra Budista. Aunque usen un mismo vocablo y haya similitudes superficiales en algunas de sus prácticas, no son lo mismo, diferenciándose tanto en el camino como en la meta. En el Hinduismo, del que el Yoga forma parte, la unión sexual es la unión de Conciencia y Energía  (Shiva-Shakti), mientras que en el Budismo es la unión de Compasión y Sabiduría (Yab-Yum), como Padre y Madre del Universo.  Mezclar y confundir estos dos sistemas es, dicen los textos antiguos, un doloso error.     

Si uno desea encontrar aún más diferencias, haciendo uso de sus categorías mentales, sin duda las encontrará. Como afirma S. S. el Dalai Lama: “para algunos, el Yoga es un ejercicio difícil, doloroso, que nada ayuda al trabajo del espíritu. Para otros, es un método sencillo y natural que puede contribuir a su bienestar general. Pero el principal instrumento para purificar el espíritu es él mismo. Si nos dedicamos a él, si estamos atentos a su funcionamiento, nos sorprenderemos descubriendo su importancia. Está en el centro de todo”. Pero, como ocurre casi siempre, es más fácil hablar de estos temas que ponerlos en práctica.


Miguel Ángel García.

Profesor de Yoga.

Director de Milarepa, Centro de Yoga.